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Luis Zamora Calzada

Pobre Constitución Política

Han pasado cien años desde ese cinco de febrero de 1917 y el estado mexicano parece retroceder, esa fuerza que inspiraba un proyecto de país se ha diluido poco a poco para dar paso a los intereses de grupos y de partidos que se adueñaron de la voluntad de la población.

A pesar del tiempo transcurrido, los 136 Artículos que contiene nuestra Carta Magna no son conocidos por la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro país, muchos aseguran que es un documento totalmente ajeno en la población con pobreza extrema y escasa escolaridad en México; en el otro extremo, también se dice que los ciudadanos con educación superior diferentes a la carrera de derecho, presentan la misma carencia informativa de nuestra Carta Magna, salvo lo que superficialmente recuerdan del tema adquirido en sus tiempos de la secundaria o la preparatoria.

Los servidores públicos de los diferentes niveles de gobierno, tampoco garantizan conocimientos suficientes para no cometer violaciones constitucionales en sus funciones en perjuicio de los ciudadanos, las actuaciones que les caracterizan son la fuente de agravios que no permiten el ejercicio del estado de derecho en la población.

La Constitución Política ha sido traicionada por el grupo que gobierna, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial han asumido como tarea central someter al pueblo a sus determinaciones, esas pequeñas cúpulas enquistadas en las diferentes instancias priorizan sus intereses, obteniendo como resultado la corrupción e impunidad que tienen postrado a nuestro país.

El caso más notorio es el papel denigrante que juegan los diputados estatales y federales, quienes dejando al abandono todo principio constitucional se entregan a las determinaciones de los ejecutivos locales y federal, la supuesta representación popular es una falacia, la gente no les interesa, privan las determinaciones de sus fracciones partidistas en la aprobación de leyes y paquetes económicos que condenan a la gente al pago excesivo de impuestos.

En este orden de ideas, se puede decir que los legisladores perdieron el pudor, aprueban lo que les mandan los gobernadores o el presidente, sus cabildeos o acuerdos no se centran en las implicaciones de una ley o la imposición de un impuesto perjudicando al pueblo, el ejemplo más claro es el gasolinazo, el impuesto especial aprobado a la gasolina autorizó vender el combustible al menos en 15.97 pesos, cuando ellos lo compran en ocho en Estados Unidos.

Los diputados y sus partidos se vuelven aliados cuando les conviene, todo sea para obtener beneficios para ellos en lo económico ─sus salarios y prestaciones son cantidades inimaginables para un obrero que gana el mínimo─, asegurando sus negocios instrumentados desde la función pública; la medianía republicana la combaten con propiedades y prosperidad económica que surgen como por arte de magia a su favor.

A casi cinco años de haberse firmado el “Pacto por México” entre el PRI, PAN y PRD dejando a un lado a los partidos satélites, por su fracaso puede ser considerado como una vergüenza constitucional contrario a lo ordenado en la Carta Magna; los participante priorizaron la cantidad de diputados que sumaban esos tres partidos en la cámara federal, para mayoritiar en las votaciones, garantizando con ello la aprobación de lo que le diera en gana al titular del ejecutivo federal en turno.

Las consecuencias de esa falta de ética constitucional son graves para México, sus reformas estructurales sirvieron para la edificación del descredito gubernativo y el desastre nacional actual que tiene al borde del precipicio a nuestro país, la inconformidad ciudadana aun somnolienta, va en ascenso, a tal grado que obligó al nacido en Atlacomulco, emitir un decreto el viernes tres de febrero para retardar el segundo aumento a la gasolina hasta el once de este mes, lo que no impidió las manifestaciones en repudio a estos abusos este fin de semana; sus imposiciones han sido unilaterales y al supuesto amparo de las facultades constitucionales han dañado a la población.

El pueblo sufre el abandono de los diputados al servicio de las delicias del poder y no de los ciudadanos que buscan desesperadamente una transformación difícil de lograr, el gran dique que representan las despensas, varillas, cemento, arena, grava, cajas de huevo, azúcar, arroz de mala calidad que se pagan con recursos públicos, repartidos a granel en la población con menor conciencia nacional, constituyen el gran reto a vencer sobre todo en las entidades donde hay elecciones.

En estas condiciones pobre carta magna, es letra muerta, no es conocida y los obligados a cumplirla y hacerla cumplir no acatan ese mandato legal.

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