Que lamentable que las elecciones para elegir funcionarios que conduzcan nuestros destinos se hayan pervertido. Antaño, en los buenos tiempos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se despachaban con la cuchara grande al no tener competidores; a los funcionarios de casilla hasta se les hinchaban los dedos de tantas boletas que tachaban.
Luego llegaron otras fuerzas políticas, las cuales se enfrentaban a supuestos fraudes electorales y agresiones menores; a la ordeña o cambio de un lugar a otro de las urnas, pero hasta ahí paraba la cosa.
Para exigir democracia, guerrillas urbanas y rurales comienzan a operar en el país. Al gobierno priista no le queda otra que aceptar profundas reformas a las leyes en la materia para tener un Estado pluripartidista, incluso aprobando la figura de representación proporcional, para que la llamada oposición tuviera posiciones en los Ayuntamientos, en los Congresos y en las Cámara alta y baja, en San Lázaro.
Todo en aras de la equidad, de la democracia y la justicia. Sin embargo, lo anterior ha sido rebasado por los distintos grupos de poder. Los hay quienes tienen solo intereses comerciales o empresariales, quienes optan por el enriquecimiento ilícito, quienes quieren satisfacer su ego, o quienes al amparo de la ley se van por el camino negó, por el camino del mal dedicándose a la siembra, procesamiento y trasiego de drogas.
Son distintos intereses. Distintas mafias de poder que tienen en jaque al país. En el intento de estar en la palestra, de tener mayor fuerza: poder. Los hay quienes hacen uso de caminos equivocados, llegando al amedrentamiento, a la agresión o al crimen, haciendo a un lado la competencia sana en las elecciones.
Leave feedback about this